[vc_row content_placement=»middle» css=».vc_custom_1527806025458{padding-top: 150px !important;padding-bottom: 150px !important;background-image: url(https://biointropic.com/wp-content/uploads/2018/05/Bombillo-de-colores.png?id=725) !important;background-position: center !important;background-repeat: no-repeat !important;background-size: contain !important;}»][vc_column width=»1/2″][vc_custom_heading text=»Revolución del color» font_container=»tag:h3|font_size:60|text_align:center|color:%23ccaa74″ google_fonts=»font_family:Playfair%20Display%3Aregular%2Citalic%2C700%2C700italic%2C900%2C900italic|font_style:700%20bold%20regular%3A700%3Anormal»][/vc_column][vc_column width=»1/2″][/vc_column][/vc_row][vc_row gap=»30″][vc_column width=»1/2″][vc_column_text]

Río Quito y Cantón de San Pablo son dos municipios del Chocó ubicados entre Quibdó e Istmina. Además de la pobreza, ambas comunidades sufren el flagelo de la minería ilegal que ha deforestado centenares de hectáreas de bosque nativo, ha destruido cultivos de pancoger y ha contaminado las fuentes hídricas.

Allí, Colorganics, una empresa dedicada a la investigación, producción y comercialización de colorantes naturales para las industrias alimenticia, farmacéutica y cosmética, lleva a cabo con el apoyo de Usaid un proyecto de siembra de achiote, planta que crece silvestre en la región. Busca que los habitantes de Río Quito y Cantón de San Pablo dejen de extraer oro ilegalmente y se dediquen a una actividad que impulse la economía y el desarrollo social de manera sostenible.

La firma adquiere el achiote a precios justos para extraer la bixina, un colorante natural utilizado en alimentos y cosméticos. Pero este proceso no es sencillo. Los investigadores de la empresa tardaron varios años en desarrollarlo con sus conocimientos biotecnológicos y de alta tecnología. Ahora, Colorganics exporta a Europa un colorante de origen natural sin restricciones ni contraindicaciones que, además de ser

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ambientalmente amigable tanto en la siembra como en la producción, está ayudando al desarrollo económico de una de las regiones más pobres del país.

De esto se trata la bioeconomía, un concepto surgido en los años setenta que busca crear, producir y comercializar productos a partir de la biodiversidad. Esta implica utilizar ciencias altamente especializadas como la biotecnología y la nanotecnología. Este modelo económico “concilia el elemento productivo con el respeto del medioambiente”, afirma Jorge Higinio Maldonado, profesor en Economía Agrícola, Ambiental y del Desarrollo, de la Universidad de los Andes.

En este mismo sentido, según Claudia Betancur, directora ejecutiva de Biotropic, “para la bioeconomía no solo es fundamental darle valor agregado a la biodiversidad a través de tecnología, sino que también debe generar beneficios sociales y ser amigable con el medioambiente”. Involucrar a las comunidades en el proceso de producción de un producto biotecnológico, pagar el precio justo, fomentar prácticas sostenibles son elementos importantes para que este modelo pueda funcionar.

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