¿Y si medimos lo que realmente importa?

Tángara, un programa que unió aceleradoras para escalar soluciones empresariales con impacto ambiental real.

Si estás en el ecosistema de bioeconomía, biotecnología, tecnologías verdes y otros similares, te invitamos a leer nuestro artículo de hoy.

Y antes de comenzar, nos gustaría conocer si: ¿Sabías que Tángara es una pequeña ave que nos alerta sobre los cambios en los ecosistemas debido a las alteraciones climáticas? Su presencia en un entorno, refleja buena salud ambiental.

Pues bien, este es el nombre con el que decidimos bautizar un programa de innovación y aceleración por el clima, que tuvo como fin acelerar el crecimiento e impacto de emprendedores con soluciones tecnológicas para desafíos climáticos en: economía circular, bioeconomía y transición energética y descarbonización.

El programa inició con pie derecho ¡Una alianza de aceleradoras!

El programa Tángaro tuvo un excelente comienzo pues inició con una alianza de entidades aceleradoras: Biointropic, Connect (Connect Climatech Accelerator) y la Universidad EAN (EAN Impacta). ¿Conoces una alianza de este tipo en temas de bioeconomía e impacto climático en Colombia? Nosotros no la conocemos. Así que estamos orgullosos de abrir nuevos caminos que conducen a un mayor y mejor impacto.

Pero esta alianza no comenzó a caminar sola, detrás estuvieron la principal agencia y comunidad de innovación climática de Eruopa, EIT Climate Kic, y el laboratorio de innovación y emprendimiento del Grupo Banco Interamericano de Desarrollo, BID Lab. “Tiempo atrás habían realizado un programa de acompañamiento a entidades de impacto y acción climática en América Latina, con sesiones de capacitación y sensibilización. Allí estuvimos las tres entidades lideres de Tángara y fuimos destacadas como organizaciones con potencial”, señaló Camilo mejía, desarrollador de bio negocios innovadores y uno de los líderes de Tángara desde Biointropic. La iniciativa también contó con otra entidad clave: Impact Forest, responsable de sensibilización y medición cuantificable del impacto realizado por las empresas del programa.

¿Cómo se desarrolló el programa Tángara?

El programa trabajó en una primera etapa con 60 startups ubicadas en Colombia o en otros países latinoamericanos y que tuviesen la idea de hacer softlanding en nuestro país (softlanding es el proceso de entrar a un nuevo mercado -como otro país-, de forma acompañada y más fácil). En una siguiente etapa, se enfocó en 30 de esas startups, con las que se hizo un acompañamiento en estas cuatro líneas de trabajo:

  • Entrenamiento en modelo de negocio, innovación climática, medición de impacto y equidad de género.
  • Aceleración para escalar el impacto y crecimiento a través de mentorías y asesorías especializas con un grupo de expertos.
  • Conexiones con empresas y clientes potenciales para realización de validaciones y relacionamiento.
  • Alistamiento para inversión y conexión con Fondo Impacta y otros fondos de Impacto.

Estas empresas, de Colombia, Brasil, Ecuador y Chile, cuentan con tecnologías o soluciones en un nivel de madurez TRL 7 o superior y muchas de ellas integran en sus equipos a líderes mujeres.

¿De qué tipo de empresas estamos hablando?

Nos referimos a empresas como:

Fungi Life, que utiliza biotecnología para elaborar ingredientes sostenibles para la industria química, reemplazando los sintéticos contaminantes.

Community Lab, con su plataforma digital Circular Trace para hacer seguimiento, medición y trazabilidad completo de los residuos de los procesos y productos de varias industrias.

Nunalabs produce extractos botánicos de alta calidad que optimizan la salud y el bienestar, integrando ingredientes naturales en aplicaciones funcionales y de consumo en diferentes industrias.

Gescol convierte residuos de calzado en materiales sostenibles con trazabilidad e impacto climático validado.

Copsun, desarrolladora de robots inteligentes para la limpieza y análisis de paneles solares a gran escala.

Latex Technology, transforman de manera sostenible el latex de caucho natural de campo (con cero amonio aniónico para su preservación) y lo convierten en insumo verde para elaborar productos para cantidad de industrias.

«Muchos de los logros alcanzados por estas empresas responden a su trayectoria, esfuerzo y compromiso. Tángara no fue el punto de partida, pero sí un aliado estratégico que potenció su camino: brindamos acompañamiento adaptado a las necesidades de cada startup, ayudándolas a cerrar brechas y conectar con aliados e inversionistas clave. Un ejemplo destacado es el caso de una de las startups, que logró levantar USD 3.5 millones en inversión durante la ejecución del programa. Sin duda, un hito importante», señaló Camilo Mejía.

Impacto de Tángara

Gracias al fortalecimiento de modelos de negocio sostenibles y a un acompañamiento riguroso en medición de impacto, se puede destacar, por ejemplo, que siete emprendimientos lograron evitar la emisión de 58.096 toneladas de CO₂ equivalente, una cifra que representa lo que Bogotá dejaría de emitir si no enviara basura a la planta de disposición de residuos Doña Juana durante cuatro días, o la captura de carbono generada por 900.000 plántulas creciendo durante diez años.

Lecciones que trascienden el programa

Tángara no solo dejó resultados medibles, también dejó aprendizajes valiosos para quienes trabajan y trabajamos día a día impulsando innovación bio con propósito. Una de las principales lecciones es el poder de las alianzas. Fue clave que tres entidades con experiencia en aceleración —Biointropic, Connect y Ean Impacta de la Universidad EAN— se unieran para diseñar e implementar un programa conjunto en torno a la acción climática. Cada organización trajo fortalezas únicas, y esa diversidad fue clave para crear una experiencia más robusta, adaptada y efectiva para los emprendedores.

También reafirmamos la importancia de estar atentos a oportunidades que van más allá del financiamiento directo. Muchas veces, los programas de formación, mentoría o conexiones estratégicas abren puertas más duraderas. De hecho, si no hubiéramos participado en los programas previos de Climate-KIC y BID Lab sobre acción climática, hubiera sido difícil acceder a esta segunda convocatoria. La preparación importa, y el conocimiento también es una inversión.

Por último, Tángara nos recordó que no hay que subestimar ninguna actividad del proceso de aceleración. A veces, una sola rueda de conexión puede cambiar la historia de una empresa. Varias empresas realizaron conexiones con clientes potenciales que representan un paso importante en su camino. Sí es posible combinar impacto económico, social y ambiental. Sí se pueden construir iniciativas que generen acción climática práctica y real, diseñadas para nuestras propias realidades, necesidades y territorios.